En los zapatitos de ruiseñor
nadie se quiere parar,
por que temen nunca poder
su dulce canto comparar.
Canta aquí y canta allá,
Canta amanecer, tras amanecer,
con amor y sin parar.
Alegre, enamorado está
de la pajarita que le sonrió.
Una sonrisa de buen amor
por un trinar del corazón.
Veronica de Cartagena
Verónica Rodríguez Rosas©2008